En el marco de relaciones de dominación, el proceso de flexibilidad laboral tuvo un lugar significativo durante de la década de los noventa, pues bajo él se introdujeron cambios en la organización y en la propia concepción del trabajo que tendió a erosionar algunos de los soportes sobre los que se sustentaban las relaciones laborales. La concepción productivista (con una fuerte impronta flexibilizadora) se transformó en la base de las políticas de las empresas que pretendían redefinir el núcleo central de las relaciones de trabajo. En esta concepción, las empresas buscaban subsumir las relaciones bajo nuevos esquemas disciplinarios y de control de la fuerza de trabajo y a su vez, encorsetar las acciones de los sindicatos y quitarles la base de poder.
En un escenario donde las asimetrías entre le capital y trabajo se volvieron aún más difíciles de igualar, los sindicatos tendieron a firmar convenios colectivos de trabajo donde se introdujeron profundos cambios desde la perspectiva de la materia negociada.
A pesar de estas fuertes transformaciones que tendieron a instalar ciertas prácticas tendientes a erradicar el conflicto de los espacios de trabajo, comprendemos a las relaciones laborales como esencialmente relaciones de carácter conflicto más allá que la conflictividad se expresa través de medidas reivindicativas. Por ello entendemos que el conflicto resulta una perspectiva desde donde comprender las relaciones laborales que debe ser estudiado analizando los cambios en loas modalidades de acción; en la naturaleza del conflicto y en la forma de entablar las relaciones por los sujetos intervinientes.